🇪🇦 (Β) Breve interpretación del Libro del Apocalipsis del Evangelista Juan el Teólogo.
Tercer toque de trompeta.
Otra vez desde el cielo cae un objeto terrible, llamado estrella, en estado candente y queda afectada la 1/3 parte de las aguas dulces, de modo que de la falta de agua, porque se habrá envenenado, morirán muchos hombres. Probablemente, igual que la herida anterior, no tiene una característica alegórica sino realista; como una contaminación del ambiente, hoy en día es muy posible una guerra química, una explosión radiactiva etc., pueden traer la muerte de muchos hombres.
Con este, fue afectada la 1/3 parte del sol, de la luna y de las estrellas, es decir, de una manera el resplandor de estos a la tierra será reducido por los correspondientes cuerpos celestes en 1/3. Se trata de alteraciones meteorológicas y corresponde con la novena plaga de Faraón.
Hasta en esta plaga tenemos daño en el ambiente del hombre. En las siguientes plagas que quedan tenemos daño al hombre. Aquí se hace un intermedio de los toques de trompeta que traen plagas e interviene un paréntesis de metania (introspección, conversión, arrepentimiento y confesión).
Se trata sobre un Ángel en forma de águila que vuela al cielo y dice: “¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!” (8,13). Es un intento último del cielo en crear el regreso de los hombres a Dios. Pero como no se arrepienten, ni se confiesan, ni se convierten, vienen también las plagas restantes.
Con este toque cae una estrella en la tierra, y se le ha dado la llave del pozo del abismo. Es el Diablo que a continuación trae muchos males en la humanidad. Y desde el pozo del abismo subió humo que el sol se oscureció. Del humo salieron saltamontes que parecían a caballos y en sus cabezas tenían algo que se asimilaba con oro. Sus caras eran humanas y tenían cabello como cabello de mujer. Sus dientes como de leones, tenían corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos tanques corriendo a la batalla; sus colas parecían como escorpios que afectan dolorosamente a los hombres. Y el rey de ellos es el Apolión.
¿Qué significan todas estas cosas? Por la descripción, no parecen ser seres biológicos. Se asimilan más con verdaderas y destructoras maquinarias satánicas. Nos recuerdan bastante los aviones actuales, con revestimiento metálico en las alas como saltamontes. El nombre “Apolión” significa una persona que destruye totalmente. La plaga completa posiblemente insinúa guerras muy catastróficas. Los hombres por los resultados de estas guerras estarán buscando la muerte pero no la estarán encontrando. Quizás se trate sobre enfermedades producidas por la radiactividad con resultados terribles y aún enfermedades psíquicas por lo tremendo de estos acontecimientos, como una guerra nuclear. La quinta plaga quizás sea una imagen contemporánea y realidad esperada.
Son desatados cuatro ángeles que estaban atados al río Eufrates y se provoca una gran guerra. Estos ángeles son malvados, es decir, demonios que provocan esta gran guerra. El número de los ejércitos es de 200.000.000 de hombres. Y el lugar es Mesopotamia, el actual Irak. La caballería tiene armadura de tres colores: rojas, amarillas y azules.
¿Quiénes son los “rojos, amarillos y azules”? De todos modos todas las especificaciones de esta plaga por parte de la ciencia técnica actual son absolutamente realizables, como también el número de los soldados. Sólo China puede disponer de 200.000.000 de soldados. El lugar de la guerra también es muy sospechoso, porque hoy allí hay muchos conflictos bélicos. Quizás esta plaga advierte de una gran guerra o conflicto mundial de una forma no acostumbrada.
Y lo sorprendente: “Los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así no se convirtieron, ni se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera…, y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación (sexomanía), ni de sus hurtos” (9,20-21).
Encontrado al capítulo 10º, el Ángel entrega a san Juan una caña para medir el Templo de Dios, el antiguo y el Altar de antes del Templo y los peregrinos que se encontraban allí adorando. Pero recibe el mandamiento de no medir el patio del Templo porque se ha entregado, como también la Ciudad, a las naciones para que sea pisoteada o dominada durante 42 meses.
Es una praxis simbólica que equivale con la selladura de los fieles. La ciudad es la Iglesia, que significa que no sólo será saqueada en su interior, es decir, los verdaderos cristianos, ya que los ostentosos cristianos serán afectados por la moral mundana y llegarán a alabar al Anticristo. ¡Es terrible! Este párrafo del Apocalipsis se debe estudiar profundamente en particular de todos nosotros.
Y continúa el santo Evangelista con una nueva profecía (11,3-14). Se trata de dos testigos que aparecerán durante los días del Anticristo y que una interpretación de Padres muy destacados son el profeta Elías y Enoc, que nunca han conocido la muerte sino que fueron ascendidos al cielo. Ellos ahora actuarán en la Ciudad Santa, la Jerusalén histórica.
Ellos vendrán como segundos Precursores de la Segunda Presencia de Cristo, predicarán el kerigma de la metania y retorno, mostrarán e inspeccionarán al Anticristo por 3½ años, los mismos que el reino del Anticristo, y después serán matados por él en la plaza de la histórica Jerusalén, y sus cuerpos permanecerán 3½ días sin ser sepultados. Entonces todos los habitantes de la tierra se alegrarán porque los habrán visto en sus televisiones, y por su alegría intercambiarán regalos entre sí. Pero sorprendidos, y esto lo verán todos los pueblos de la tierra, después de 3½ días, ellos serán resucitados y ascenderán al cielo.
Θά ἔλθουν ὡς δεύτεροι Πρόδρομοι τῆς Δευτέρας Παρουσία τοῦ Χριστοῦ, θά κηρύξουν κήρυγμα μετανοίας καί ἐπιστροφῆς, θά ὑποδείξουν καί θά ἐλέγξουν τόν Ἀντίχριστον ἐπί 3 ½ χρόνια, ὅσα καί ἡ βασιλεία τοῦ Ἀντιχρίστου, καί κατόπιν θά θανατωθοῦν ὑπ᾿ αὐτοῦ εἰς τήν πλατεῖαν τῆς ἱστορικῆς Ἱερουσαλήμ, καί θά μείνουν τά σώματά τους ἄταφα ἐπί 3 ½ ἡμέρες. Τότε ὅλοι οἱ κάτοικοι θά χαροῦν τῆς γῆς, γιατί θά τούς ἔχουν ἰδῆ εἰς τήν τηλεόρασιν, καί θά ἀνταλλάξουν δῶρα μεταξύ των ἀπό τήν χαρά των. Ὅμως, κατάπληκτοι, καί τοῦτο θά τό ἰδοῦν ὅλοι οἱ λαοί τῆς γῆς, ὕστερα ἀπό 3 ½ ἡμέρες, αὐτοί θά ἀναστηθοῦν καί θά ἀναληφθοῦν εἰς τόν οὐρανόν.
Cuando ocurran todas estas cosas, entonces habrá un gran terremoto que 1/10 parte de la ciudad se habrá derrumbado y habrá matado 7.000 personas. Es un número simbólico de la catástrofe de la ciudad y la muerte de hombres, para que sea confirmado que los dos Mártires, Elías y Enoc eran de Dios.
Con el toque de trompeta del séptimo Ángel, no comienza inmediatamente la séptima plaga sino que precede una praxis en el Cielo, como una preparación psíquica en vista de la aparición del Anticristo. Es un diapsalmos (tipo de salmo) donde se oyen grandes voces en el cielo. Es una Oración de agradecimiento de los Santos, porque está tocando el final de la historia con el Juicio de Cristo sobre las Naciones.
En este se ve una visión tripartita. En la primera imagen se describe una mujer majestuosa y celeste junto con su hijo varón. La segunda imagen describe el combate del dragón-Diablo con el Arcángel Miguel y la caída del primero sobre la tierra. En la tercera imagen tenemos la ira del dragón que persigue la mujer de la primera imagen, la cual huye al desierto.
Ahora vamos a la primera imagen: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento” (12,1-2)
Magnífica imagen. Gran milagro con grandísima importancia y con dimensión esjatológica. Es la Madre del Mesías, la Santísima Zeotocos María, pero a la vez esta imagen en dimensión esjatológica es la Iglesia. Sobre la Iglesia el sol es el símbolo de la Justicia de Cristo. La luna es el símbolo de la vida mundana alterable, se encuentra bajo sus pies que muestra la transcendencia de la Iglesia sobre la vanidad del mundo. Las Doce Estrellas, es la enseñanza de los Doce Apóstoles sobre la que se fundamenta.
Sobre la primera imagen, que es la Santísima Zeotocos, “la que estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento” (12,2), es la Concepción en Espíritu Santo de Jesús Cristo que prepara la Zeotocos para dar a luz a Cristo. Mientras se realiza la primera imagen, viene en escena la visión de la segunda imagen. “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra” (12,3-4).
El Dragón es el Diablo. Aquí el “cielo” es el firmamento, como en el caso de la “Mujer”, y expresa dos realidades terrenales, el Misterio de la Piedad que es la Iglesia y el Misterio de la Ilegalidad o iniquidad que es el Diablo y su instrumento fiel el Anticristo que combaten en la historia la Iglesia.
El color rojo del dragón expresa “la ansiedad por matar y su sed por la sangre” (San Andrés de Kesarea). Las siete cabezas significan la multitud de sus instrumentos o medios de comunicación y su infiltración al mundo. Los diez cuernos muestran su fuerza y poder en el mundo. Las diez diademas son la coronación del mal por parte de la gente, de las cosas que piensa y opera el monstruo satánico con múltiples cabezas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo que expresa, tanto los ángeles caídos, como la caída de los Cristianos sin fundamento.
Y el Dragón, a partir de entonces, estuvo preparado para devorar el niño varón que la Mujer daría a luz. Son las operaciones escalonadas del Satanás tratando de destruir la obra mesiánica de Cristo. Y cuando la mujer ha dado a luz, el niño fue arrebatado al cielo, que muestra que el Ascendido Cristo después de su Resurrección al cielo y no ha dejado capacidad y posiblidad al Diablo para destruirle.
Pero el Diablo no se rinde. Se dirige hacia la Mujer-Iglesia, “que muestra que el apóstata diablo siempre está armado contra la Iglesia y lucha contra renacidos (espiritualmente) a los que la Iglesia ha armado…” (San Andrés).
La Mujer-Iglesia huye al desierto donde allí se ha preparado de Dios un lugar para permanecer el tiempo que reinará el instrumento fiel del Sananás, el Anticristo, es decir, los 3 ½ años que reinará en la tierra.
De ahora en adelante, ya que el Cristo ha puesto el cimiento de la Iglesia sobre la tierra, y el Diablo estará maniáticamente contra ella, ella se irá yendo al desierto y en las Catacumbas, sea localmente, sea trópicamente.
Y ahora vamos a la tercera imagen de toda aquella visión. San Juan Evangelista ve que se hace una guerra en el cielo entre el Arcángel Miquel con sus fuerzas celestes y el Dragón con sus fuerzas. “Fue vencido y lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles demoníacos fueron arrojados con él” (12,9). Entonces se oyó en el cielo el himno de los santos a Dios que finalmente se ha vencido “el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (12,10).
La caída del diablo tiene tres fases. La primera fase de la caída es cuando el Eosforos (Lucifer) cayó del cielo, queriendo igualarse a Dios, padeciendo de orgullo y de la arrogancia de ser equivalente a la deidad. La segunda fase de la caída es su quebrantamiento, destrozo del diablo por el sacrificio de Cristo en la cruz. Y la tercera fase es cuando volverá el Señor durante Su Segunda Presencia y el Diablo será arrojado al infierno eterno, donde será ya su derrota definitiva.
Y cuando el Diablo vio que fue arrojado en la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz el Varón, es decir, la Iglesia. Como vemos, el santo Evangelista narra personas y acontecimientos históricos con la característica simbólica. Entonces la Mujer-Iglesia huye al desierto volando con dos alas de águila, que son símbolos de la protección divina. Y el Dragón-Diablo vomitó de su boca un río de agua para ahogar la Mujer-Iglesia, que son todas las corrientes filosóficas, anticristianas y heréticas que durante los tiempos inundan e intentan “ahogar” la Iglesia de la tierra. Y la tierra personificada abre su boca y traga entero el río diabólico, que muestra que también la creación se convierte en instrumento de Dios para salvar la Iglesia, tal y como ocurrió con el antiguo Israel cruzando el mar rojo perseguido por la manía de Faraón.
Pero otra vez el Diablo se enfada después de este fracaso suyo y se llenó de ira “y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús Cristo” (12,17). Son los fieles Cristianos que han quedado en los pueblos y en las ciudades. Es el “resto o la levadura” de los que no se han rebajado para adorar, reverenciar al Diablo dentro en la sociedad y soberanía mundana que se llama civilización, socialismo o sociabilidad, libertad sin límites ni restricciones, liberación de la ética y de los mandamientos de Dios, axiomas, honores y alabanzas del mundo pecador.
Se trata de la aparición de dos Personas, del Anticristo y del Pseudoprofeta, que san Juan los ve, y el primero como una bestia escarlata con siete cabezas, con diez cuernos y con las diez diademas que estaban escritos los nombres de la blasfemia, y que surge del mar, que es el símbolo del desorden, de la inestabilidad y de la pecaminosidad mundana, y que su descripción es similar con el Diablo-Dragón de donde toma también su poder.
Y la segunda bestia, emerge de la tierra, señal de su soberanía malvada, teniendo dos cuernos de cordero y habla como dragón, que es señal de su hipocresía como bueno sin maldad pero en el fondo demoníaco. De todos modos debemos apuntar que estas dos personas serán verdaderas e históricas, serán personas humanas que operarán “por la energía del Satanás” y la segunda bestia, el Pseudoprofeta será una especie de precursor, predicador y preanunciante, haciendo publicidad del Anticristo.
Pero vayamos ahora al Anticristo para ver algunas de sus características de su actividad, su gobierno y su vida. El mismo o en alguno de los que sirven sus voluntades, parecerá que ha muerto y después provocará una supuesta resurrección, como una mala imitación de la muerte y Resurrección de Cristo. De esta falsa resurrección se maravillarán los hombres infieles y frívolos de toda la tierra; y estarán reverenciando al Dragón-Diablo que ha dado un poder de este tipo al Anticristo. Parece ser que toda esta cuestión será proyectada por la televisión para que sea admirado, y la televisión estará totalmente al servicio de él, ya que desde ahora se ha puesto sistemáticamente a los fines demoníacos.
Se concede de Dios, a causa de la gran apostasía de los hombres, para que el Anticristo se ponga injuriamente contra el Dios y guerrear contra los fieles Cristianos y vencerlos, se entiende con el mal trato y el martirio. El dominio del Anticristo será universal porque “también se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación” (13,7). Y como dicen los santos Padres de la Iglesia que con su visión profunda y perspicaz investigan la Santa Escritura, encuentran que el Anticristo será de origen judío y será enmarcado por el pueblo hebreo para sus conquistas universales.
Pero vamos a ver algunas características de la segunda Bestia, el Pseudoprofeta. De cualquier manera trabaja para que sea adorado el Anticristo, incluso haciendo sorprendentes falsos milagros. Espiritismo, Magia, Filosofía, sistemas sociales humanocéntricos, kerigmas sobre ateísmo, serán su principal obra precursora para conducir al Anticristo.
La relación de las dos bestias en la historia es por un lado el Anticristo o los parciales precursores del Anticristo que estarán operando dinámicamente como poderosos y soberanos, y por otro lado, el Pseudoprofeta o sus precursores que estarán operando como una ideología o herejía con dimensión espiritual.
La actividad del Anticristo comienza inmediatamente de la salida del Paraíso de los primeros en ser creados, a donde el Diablo escuchó el mensaje de sanación y salvación y actúa anti-salvíficamente. Esta actividad es “el misterio de la ilegalidad o iniquidad” que ya se está operando, según el Apóstol Pablo (2Tes 2,7) y paralelamente está firme y contrario al Misterio de la Piedad que es la Iglesia (1Tim 3,16).
El Misterio de la Piedad fue activado en línea recta por Abel, Siz, Noé, Sim, la Zeotocos (Madre de Dios) y llegamos a Jesús Cristo que crea la Iglesia sobre la tierra. El Misterio de la iniquidad fue activado en línea recta por Caín, Judas, Arriano, Occidente Cristiana como percepción de cristianismo secularizado, mundanizado, y finalmente del Anticristo como persona.
¿Cuándo vendrá el Anticristo? San Pablo refiriéndose sobre la Segunda Presencia de Cristo, apunta a los Tesalonicenses que si primero no viene la gran apostasía, es decir, el Anticristo no vendrá el Cristo, y sobre todo inmediatamente después del Anticristo. Por lo tanto, el tiempo o fecha de la venida del Anticristo que está vinculada con la Segunda Presencia de Cristo, permanece desconocido.
A pesar de esto nos ha dado muchos signos o señales para la segunda venida, como el ejemplo característico de Noé, donde la construcción del Arca no podía sobrepasar algunos límites lógicos, como los 120 años de su construcción y la posible metania de aquella generación, mientras que la fecha del cataclismo permanecía desconocida. Así también entonces, dice el Señor, en el tiempo habrán estas señales o signos y estas serán muchas, y vendrá el Cristo y antes de él el Anticristo. Nuestros tiempos han comenzado a mostrar algunas de las señales preanunciadas por el Señor sobre el fin del mundo.
Ἐν τούτοις ὁ Κύριος μᾶς ἔδωσε πολλά σημάδια διά τήν δευτέραν του ἔλευσιν, ὅπως χαρακτηριστικά τό παράδειγμα τοῦ Νῶε ὅπου ἡ κατασκευή τῆς κιβωτοῦ δέν μποροῦσε νά παραταθῆ πέραν κάποιων λογικῶν ὁρίων, ὅπως τά 120 χρόνια κατασκευῆς της καί τῆς τυχόν μετανοίας τῆς γενεᾶς ἐκείνης, ἐνῶ ὁ χρόνος τοῦ κατακλυσμοῦ παρέμενε ἄγνωστος. Ἔτσι καί τότε, λέγει ὁ Κύριος, κάπου γύρω χρονικά σέ ἐκεῖνα τά σημάδια, καί αὐτά εἶναι πολλά, θά ἔλθη ὁ Χριστός καί πρό αὐτοῦ ὁ Ἀντίχριστος. Ἡ ἐποχή μας ἄρχισε νά δείχνη κάποια προαγγελθέντα ἀπό τόν Κύριον σημάδια τοῦ τέλους.
Debemos aún señalar que el Pseudoprofeta operará de un modo de amenaza de cataclismo económico, impondrá un sello o chip en la frente o en la mano derecha a los que acepten el Anticristo. Se trata de una identidad indeleble y específica que será la negación del sello del Espíritu Santo (que es el Misterio de la Crismación) que hemos recibido durante el Bautismo. El selo será constituido con el nombre del Anticristo o con el nombre del número que es el 666. De todos modos hasta que venga el Anticristo su nombre permanecerá desconocido y cuando venga será apocaliptado-revelado sólo en aquellos que están en nipsis espiritual (o espiritualmente sobrios).
Después de la amarga descripción de todo lo anterior, interviene un magnífico diapsalmos (tipo de salmo) de los 144.000 que tienen tres atributos, son en su vida entera castos o vírgenes, se han dedicado a Cristo y están inmaculados, sin mancha (14, 1-5). Con el cierre del séptimo toque de trompeta que contenía lo que concierne al Anticristo y al Pseudoprofeta, viene una tercera septenaria (conjuntos de 7 imagenes) de plaga o heridas con forma de bombonas doradas con siete ángeles correspondientes derramando en la tierra.
Con el derrame de la primera bombona “vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen” (16,2). Se trata de una herida corporal que recuerda la sexta plaga de Faraón.
Con derramamiento de la segunda bombona en el mar, el agua se ha pintado de rojo como sangre, con el resultado de morir toda vida marítima, recuerda la primera plaga faraónica.
Con el derramamiento de la tercera bombona en los ríos y en las fuentes, las aguas se convirtieron rojas como la sangre y fueron inadecuados para beber.
Con el derramamiento de la cuarta bombona sobre el sol, se fue dado quemar a los hombres con terrible fuego, que viene a completar la plaga anterior de falta de agua y sed. Y los hombres en vez de arrepentirse, blasfeman el Santo Nombre de Dios.
Con el derramamiento de la sexta bombona sobre el trono del Anticristo, se hace una oscuridad sensible o confusión espiritual y audible, es decir, confusión entre los teatreros del Anticristo, que recuerda la novena plaga de Faraón. Y una vez más no se arrepintieron.
Y viene el derramamiento de la sexta bombona. Esta se refiere a la última guerra de la historia, el terrible Armagedón, que se hará en vísperas del gran día del Señor, es decir, de la Segunda Presencia. El lugar de Armagedón, que territorialmente pertenece a Palestina, pero en el Apocalipsis no se trata de este lugar, habrá una gran destrucción de la humanidad que seguirá al Anticristo, y realmente todas las naciones habrán comenzado la gran guerra contra la Ciudad amada, es decir, la Iglesia, y al final se encontrarán matándose los unos a los otros. Y esto se ve también de la guerra de Gog y Magog que se refiere al libro del Apocalipsis en el capítulo 20.
Y finalmente viene la plaga de la Sexta Bombona, que fue derramada al aire, con el resultado de que ocurran terribles fenómenos atmosféricos y geológicos. Y esta plaga o herida se asimila con la séptima plaga faraónica. Fue tan grande esta plaga o herida que los hombres en vez de arrepentirse llegaron a blasfemar el Santo Nombre de Dios.
Nos encontramos al capítulo 17º, donde un ángel dice a San Juan: “Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación (17, 1-2). Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre la bestia escarlata, que antes os conté, llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones e inmundicia, suciedad de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (17,5). Vi a la mujer ebria de la sangre de los Santos, y de la sangre de los Mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con este espectáculo. Y el ángel me dijo: “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición” (17, 8).
Ya el santo Evangelista utiliza el nombre de Babilón, pero entonces Babilón no existía, una ciudad que ejerció un dominio terrible sobre la tierra, y el pueblo de Dios había sido cautivado de ella. Pero entonces con la antigua Babilón se asimilaba Roma con su cesarolatría (adoración al cesar) y las terribles persecuciones y castigos a los Cristianos. Sin embargo, se trata de una ciudad virtual, es decir, un centro de apostasía y corrupción que influye y afecta en todas las magnitudes geográficas, siempre por inspiración del Anticristo. Hoy en día el “centro” es “Occidente” no en sentido geográfico sino cultural que influye a todas las culturas y civilizaciones de la tierra. Pero este “centro” de la apostasía no durará mucho.
San Juan el Teólogo escucha un Ángel clamar con voz potente: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho residencia de demonios y guarida de todo espíritu sucio e inmundo…” (18,2). Y entonces empieza el luto, el llanto y el dolor de los reyes de la tierra, y también de los comerciantes y de los armadores por su penuria. Nuestro mundo actual es un mundo babilónico y podrido que está a punto de caer.
¿Y los criterios para la caída? Pues, el ateísmo, el amoralismo, la arrogancia de la vida dentro de los lujos, la abundancia de bienes materiales y el derroche, cuando los demás pueblos pasan hambre, que muestra la crueldad abismal de los hombres. Y no se hunde sólo este mundo apóstata y demoníaco, sino a la vez se convierte también en la casa de los demonios, donde por supuesto que es ausente la jaris (gracia, energía increada) de Dios y la bendición.
En este mundo que se está derrumbando, se oye otra vez del cielo: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (18,4). Se trata de la relación de los fieles con los infieles. El Dios pide un “éxodo, salida” de su pueblo, a veces trópica (manera o forma de vivir) y a veces local, territorial. Noé, Lot, Tobit son ejemplos de salida trópica. La huida de los cristianos de la asesina de Cristo Jerusalén, es una salida local. La salida o éxodos de los ésjatos-postreros tiempos será trópica (manera o forma de vivir) y también territorial o local, según y cómo el Espíritu Santo estará dictando en la Iglesia.
Después de la destrucción de la Babilonia intelectiva o virtual, se oyó del cielo una gran voz de gran multitud, que psalmodiaba: “¡Aleluya! Salvación, honra, gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella” (19,1-3). Ya entramos en la última praxis y el desenlace final de todo el drama de la lucha de Cristo contra las potencias contrarias. Es digno de máxima atención desde el aspecto interpretativo, porque a partir de ahora el Profeta Juan lo que nos va a describir no está sujeto en secuencia cronológica, sino en la Primera y Segunda Presencia de Cristo, pasado, presente y futuro, futuro inmediato y ultimísimo, todo se encuentra en una y la misma imagen. Si buscamos la secuencia cronológica peligramos en aceptar las posiciones milenaristas, las cuales nuestra Iglesia las ha condenado, aunque sean de una forma muy espiritual. Como ejemplo, el de la batalla de Armagedón por la que hablaremos otra vez más abajo, sin significar que se hará dos veces, sino para describirla sin buscar datos cronológicos. Con estos datos avancemos en la interpretación del texto sagrado.
Después de las tres septenarias de plagas o heridas y las sucesivas imágenes del Apocalipsis, el santo Evangelista ve el cielo abierto, no para que sean apocaliptadas-reveladas los misterios del futuro, sino para que se manifieste el Juez Cristo, el Juez de toda la Creación, visible e invisible. Sale del cielo el caballo blanco y el sentado sobre este tenía el nombre: «ὁ Λόγος τοῦ Θεοῦ el Logos de Dios» (19, 11-13). Es el Juez Cristo que está acompañado de Potencias celestes angelicales.
A continuación san Juan ve “a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército” (19,19). Se trata, por segunda vez, sobre la última gran y terrible guerra de Armagedón que se ha referido al capítulo 16, como también por tercera vez se hará referencia en el capítulo 20.
¿Cómo debemos entender esta batalla que estarán todas las naciones y será capitaneada por el Anticristo y el Pseudoprofeta, contra al jinete Cristo-Juez? Quizás esto será como nos lo describe proféticamente Ezequiel. Refiriéndose a Gog, donde el Apocalipsis inmediatamente un poquito más abajo (20,8) nos habla, se trata de la misma identidad del tema, escribe: “Esto dice el Señor Dios a Gog… en aquel tiempo, cuando venga Gog contra la tierra de Israel, (es decir, contra la Iglesia y los santos), dice el Señor Dios, subirá mi ira y mi enojo. Porque he hablado en mi celo, y en el fuego de mi ira: Que en aquel tiempo habrá gran temblor…; que los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo y toda serpiente que se arrastra sobre la tierra, y todos los hombres que están sobre la faz de la tierra, temblarán ante mi presencia; y se desmoronarán los montes, y los vallados caerán, y todo muro caerá a tierra. Y en todos mis montes llamaré contra él la espada, dice el Señor Dios; la espada de cada cual será contra su hermano (es decir, guerra y destrucción mundial, a causa de la apostasía y la posición en enemistad contra la Iglesia); y yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre” (38, 17-22). Donde se cree que se trata de una destructiva guerra mundial.
Sobre la matanza entre hermanos que señala Ezequiel, podría realizarse entre Potencia antiteas (contrarias a Dios), como entre el ateo comunismo de oriente y el ateo materialismo de occidente y el ateo Sionismo de los judíos. Además un choque de este tipo hoy en día es muy posible y se espera.
Observamos que el jefe de estos ejércitos será el Anticristo y el Pseudoprofeta, los cuales son detenidos y arrojados vivos al lago del fuego, el eterno infierno, donde finalmente el Anticristo y el Pseudoprofeta desaparecen del escenario de la historia.
Sin haber siempre sucesión histórica cronológica en los acontecimientos, pero cosas descritas en una y la misma imagen, el santo Evangelista ve a un Ángel que ata con cadena pesada y gorda el Dragón, el Diablo y le arroja al abismo por mil años.
El atado de Satanás no es otra cosa que permanece desactivado, con su fuerza y poder mutilados, con bloqueo de su atrevimiento y audacia, que el Cristo con Su primera Presencia le ató, y naturalmente sólo para los que están en conciencia Cristianos bautizados.
Los mil años es un número redondo que manifiesta el tiempo entre las dos Presencias de Cristo en el mundo, o el tiempo del Evangelio, y no son mil años después de la presencia del Anticristo como enseñan los milenaristas antiguos y nuevos (testigos de Jehová).
Τά χίλια χρόνια, εἶναι ἕνας στρογγυλός ἀριθμός πού φανερώνει τόν μεταξύ τῶν δύο Παρουσιῶν τοῦ Χριστοῦ χρόνον, ἤ τόν χρόνον τοῦ Εὐαγγελίου, καί δέν εἶναι 1000 χρόνια μετά ἀπό τήν παρουσίαν τοῦ Ἀντιχρίστου ὅπως διδάσκουν παλαιοί καί νεώτεροι Χιλιασταί.
Después de largo período del Evangelio, y un poco antes de la Segunda Presencia de Cristo, cuando los Cristianos habrán comenzado a secularizarse o mundanizarse, entonces será desatado el Satanás por poco, y entonces vendrá la gran apostasía, durante la cual acturá el Anticristo y el Pseudoprofeta, e inmediatamente después el Juicio y el final de la historia.
Μετά ἀπό τήν μακράν περίοδον τοῦ Εὐαγγελίου, καί λίγο πρίν ἀπό τήν Δευτέραν τοῦ Χριστοῦ Παρουσίαν, ὅταν οἱ Χριστιανοί θά ἔχουν ἀρχίσει νά κοσμικοποιοῦνται, τότε θά λυθῆ ὁ Σατανᾶς γιά λίγο, ὁπότε θά ἔλθη ἡ μεγάλη ἀποστασία κατά τήν διάρκειαν τῆς ὁποίας θά δράση ὁ Ἀντίχριστος καί ὁ Ψευδοπροφήτης, καί εὐθύς μετά ἡ Κρίσις καί τό τέλος τῆς ἱστορίας.
Todo esto se resume en el logos del ángel: “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo y va a perdición…” (17,8). “Era” significa el tiempo antes de Cristo que actuaba el Diablo con la idolatría. “No es o no existe”, es el tiempo del Evangelio, el tiempo de las dos Presencias de Cristo o el tiempo de 1.000 años. “Está para subir del abismo”, es el desatado del Diablo y el tiempo del Anticristo, es decir, 3 ½ años. “Y va a la perdición”, es decir, después de todo esto el Diablo va a la perdición, ya va al eterno y definitivo infierno.
Después de todo esto que marca el final de la historia, san Juan ve al cielo “un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos” (20,11). Es el trono de Cristo-Juez aparente ya ante todas las creaciones lógicas visibles e invisibles y que se encuentra entre el cielo y la tierra.
Es esto que escribe el apóstol Pablo: “Que el mismo Señor… bajará del cielo” (1Tes 4,16-17), o esto que describe el Señor: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mt 25,31-32).
A continuación con simples líneas, pero con rayas muy fuertes, san Juan describe la resurrección de los muertos, pequeños y grandes, tanto en la edad como en axiomas, y de cualquier manera muertos, natural o violentamente, dando cuentas ante el Cristo-Juez, a base de los libros abiertos de sus praxis o actos que están en la memoria de Dios. Mientras estará ocurriendo esto en tiempo casi cero, el cielo y la tierra estarán pasando de la corrupción a la incorrupción y el cambio de forma en forma nueva.
Y escribe el Teólogo: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (21,1). El final del mundo creado es en realidad maravilloso. Nada desaparecerá de su esencia, sino que todo habrá cambiado de forma, todo habrá pasado de la corrupción del cambio-matábole a la incorrupción, todo habrá recibido la doxa (gloria, luz increada) de Dios, y todo se convertirá en un “lugar, espacio” de la Nueva Jerusalén, de la Realeza increada de Dios.
A continuación san Juan ve bajar del cielo dentro en el nuevo mundo creado, la Ciudad Jerusalén, no la histórica y vieja, sino la nueva, glorificada ya por la Realeza increada de Dios que está iconizada como ciudad, porque entre los hombres y los ángeles estará habitando el Dios Triádico.
Y se escuchó una gran voz del cielo que decía: “He aquí la tienda de cabaña de Dios con los hombres, y él habitará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (21,3). En esta Ciudad nueva, es decir, en la Realeza increada de Dios, no habrá ya lágrimas, luto, llanto, dolor y muerte, porque el primer plano, el estado caído definitivamente habrá pasado.
Y el sentado sobre el trono Jesús Cristo, dijo: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (21,5). Los vencedores del mundo y de los pazos tendrán porción de la Realeza increada de Dios. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, es decir, el infierno eterno, la muerte segunda que es la peor con la separación de las existencias de Dios.
Y ahora el Escritor sagrado, ve a un Ángel que le dice: “Ven y te mostraré la Novia, la Mujer del Cordero”. Y le conduce extáticamente (en extensión espiritual) en una montaña muy alta, y allí le muestra la Iglesia, como santa Ciudad Jerusalén, que tenía la doxa (gloria, luz increada) de Dios. Iluminador de ella era el mismo Cristo con su brillantísima doxa increada.
Tenía muro grande y alto, muestra de la eterna seguridad de ella de el mal. Tenía 12 pilares, que son los 12 Apóstoles y la enseñanza apostólica del Evangelio por los cuales nos introducimos en la Realeza increada de Dios. Los pilares los vigilan doce ángeles, imagen de la divina protección. En cada columna también un nombre escrito de las doce tribus del Nuevo Israel, de cada nación, pueblo y raza de todos los tiempos.
La ciudad es cuadrada, que en cada lado hay tres pilares. Las cuatro triadas de pilares es la imagen de la disposición de las cuatro tríadas de razas del campamento del antiguo Israel en el desierto, con centro el Arca del Testamento, símbolo de residencia de Dios entre su pueblo.
Ἡ πόλις εἶναι τετράγωνη, πού στήν κάθε πλευρά της ὑπάρχουν τρεῖς πυλῶνες. Οἱ τέσσερις τριάδες πυλώνων εἶναι εἰκόνα διατάξεως τῶν τεσσάρων τριάδων τῶν φυλῶν τοῦ παλαιοῦ στρατοπέδου τοῦ Ἰσραήλ εἰς τήν ἔρημον, μέ κέντρον τήν Κιβωτόν τῆς Διαθήκης, σύμβολον ἐγκατοικήσεως τοῦ Θεοῦ ἀνάμεσα εἰς τόν λαόν του.
Los cuatro lados son símbolos de los cuatro Evangelios que atrincheran la Nueva Ciudad-Iglesia, y determinan su contenido. La disposición en cuarteto de los pilares, expresa aún la señal de la Cruz. Los cuatro lados de la ciudad ven hacia los cuatro puntos cardinales, hacia los cuales dirigen la misión sagrada, tanto con el kerigma de la Cruz, o sea del Misterio de la Encarnación, como también del Misterio de la Santa Trinidad que es representada por los tres pilares.
El kerigma como kerigma de la Ortodoxia es uniforme, porque también cada una de sus cuatro partes tiene sus tres pilares, que es el dogma de la Santa Trinidad. En la disposición cuarteta de la Ciudad se encuentran los cuatro atributos de la Iglesia como Una, Santa, Católica y Apostólica. La medida de la ciudad es de plano cuadrado, muestra de la perfección absoluta de la Realeza increada de Dios.
El interior del muro está constituido de 12 piedras preciosas, y la ciudad de oro puro, muestra de la limpieza y del lujo de sus habitantes. Templo no había en ella, porque el mismo Señor es su Templo. Necesidad de luz del sol no hay, porque la Divina doxa (gloria, luz increada) ilumina. Allí nada sucio puede introducirse.
Allí fluye sus aguas cristalinas el río de la vida que emana del trono de Dios y del Cordero, que recuerda el antiguo Paraíso que han perdido los primeros en ser creados. Este río Místico, es el Espíritu Santo que procede (emana) del Padre y se envía por el Hijo. Este río es también la vida eterna y el Santo Bautismo que renace al hombre. En el medio de la plaza y por lo dos lados u orillas del río está el árbol de la vida, que produce frutos eternos, que es el Cristo, y que el antiguo tipo histórico fue el árbol de la Vida en medio del antiguo Paraíso. En el siglo presente es el Misterio de la Divina Efjaristía. Los frutos del árbol es la teognosía (conocimiento increado de Dios) con toda su bienaventuranza y felicidad paradisíaca. Allí el trono de Dios y del Cordero, donde los fieles “contemplarán el Rostro de él” (22,4), que es la eterna contemplación del Rostro de Dios.
Los habitantes de la Ciudad llevan en sus frentes el nombre de Dios, que significa la eterna propiedad de Dios a los hombres, es decir, llevando la eterna doxa (gloria, luz increada) y el brillo sobre sus rostros, la eterna zéosis, deificación o glorificación y bienaventuranza, felicidad.
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar. Ahora vamos al epílogo del Libro del Apocalipsis, donde se asegura repetidamente por Jesús Cristo que viene pronto y lleva el salario consigo para recompensar a cada uno según sea y según ha trabajado en su vida. Se asegura aún que lo que se ha escrito en este Libro es válido, digno de confianza y verdadero.
Καί ἐρχόμεθα εἰς τόν Ἐπίλογον τοῦ Βιβλίου τῆς Ἀποκαλύψεως ὅπου βεβαιοῦται ὑπό τοῦ Ἰησοῦ Χριστοῦ κατ᾿ ἐπανάληψιν, ὅτι ἔρχεται ταχύ καί ὁ μισθός του φέρεται μαζί του διά νά ἀποδοθῆ κατά τόν τρόπον πού ὁ κάθε πιστός ἐργάσθηκε εἰς τήν ζωήν του. Βεβαιοῦται ἀκόμη, ὅτι ὅ,τι ἐγράφη εἰς τοῦτο τό Βιβλίον εἶναι ἀξιόπιστον καί ἀληθινόν.
Un mandamiento importante se da a Juan: “No selles los logos de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (22,10). Esto significa que debemos estudiar este Libro con gran atención, y con esperanza esjatológica, porque el tiempo final de lo que se ha escrito está cerca.
Y termina todo el Libro del Apocalipsis con el eterno Diálogo de Cristo y la Iglesia que es reforzada por el Espíritu Santo: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último… Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las Iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la Novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén (de verdad) sí, ven, Señor Jesús. La jaris (gracia, energía increada) de nuestro Señor Jesús Cristo sea con todos vosotros. Amén.